Desde los primeros años de este siglo XXI, se ha generado una controversia intelectual en relación a la célebre máxima que sostiene, o trata de hacerlo al menos, que "todo tiempo pasado fue mejor". Es llamativamente interesante plantearse si la tecnología moderna, los avances en las telecomunicaciones, la fabricación y manufacturación de materias primas devenidas a las más modernas clasificaciones de sustancias y accesorios, las nuevas teorías pedagógicas, psicológicas, médicas y sociales, nos hacen realmente más felices. Sin detenerlos en la obvia diferenciación que se puede tener del término "mejor", y planteándose como premisa que el hombre debe dedicarse en el mundo a la búsqueda de su propia felicidad como meta última y fundamental, no podemos sino rendirnos ante la máxima, observándo atónitos cómo la magnificencia de nuestros días no puede superar escollos como el hambre, la pobreza, la marginalidad, el odio, la discriminación, y unos cuántos etcéteras. Y no es que antes no existieran, es que hoy es posible superarlos casi sin esfuerzo, debido a la inmensa superioridad que han alcanzado los medios de producción. Hoy, se impone "la imaginación al poder". Sólo debemos ponernos de acuerdo en cómo lograrlo.
Guspoli
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